If it looks right, it will fly right…
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El segundo prototipo (V2) del avión Horten 299 es preparado
para el despegue mientras su piloto recibe las últimas instrucciones
del personal técnico.
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No es Flash Gordon sino el piloto de pruebas Erwin Zilleren traje presurizado y a los mandos del "ala volante".
El innovador equipo fue diseñado por la firma Traeger
especilizada en trajes y equipos para submarinismo. |
Decía el genial ingeniero aeronáutico Kelly Johnson que cuando un avión parecía bueno, entonces volaba bien. La máxima del "sueco que podía ver el aire", como le llamó el padre del caza furtivo F117 Ben Rich, se cimentaba en su conocimiento del negocio y en la sabiduría ganada liderando los equipos que diseñaron, entre una larga lista de maravillas aladas, aviones como el legendario caza bimotor P38, el primer reactor operativo norteamericano P80, el caza supersónico de altas prestaciones F104 o la familia de aviones espía U2 y SR-71.
Posiblemente la famosa cita de Kelly refleje el sentido común primigenio que subyace en la inteligencia humana y que de forma inconsciente nos sugiere la manera de crear cosas partiendo del entorno que nos rodea. Me pregunto que pensó Jack Northrop, otro gigante de la aeronáutica, cuando le hablaron de aquel desconcertante avión sin cola, parecido a una mantarraya gigante, que el ejército norteamericano acababa de enviar a la Northrop Corporation para su estudio.
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Un soldado norteamericano posa delante de
un avión a reacción alemán He162 capturado intacto.
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En aquella época, segunda mitad del 45, los americanos estaban enviando a casa toda suerte de extrañas aeronaves que habían aparecido, como por arte de magia, no sólo en fábricas secretas en el corazón de los Alpes bávaros sino también en modestos talleres de ebanista del centro de Alemania. Durante el último año de la Segunda Guerra Mundial en Europa, y en especial en los últimos meses del conflicto, la inteligencia militar aliada había cubierto del escritorio del Eisenhower con informes sobre fabulosas aeronaves secretas alemanas que surcaban el cielo a velocidades impensables y desaparecían sin dejar rastro antes de que la caza de escolta o los artilleros de los bombarderos pudiesen siquiera reaccionar. De la misma manera que los tanques Tigre atemorizaron a los carristas aliados desde el día D, las misteriosas apariciones de superaviones nazis en los cielos de Alemania sembraron de miedo e incertidumbre la mente de las tripulaciones de los bombarderos mientras se internaban en el corazón del Reich.
Si dejamos a un lado las “teorías de conspiración” relacionadas con las aeronaves alemanas y nos ajustamos a los hechos oficiales, de entre todos los ingenios voladores hallados en las ruinas humeantes del Tercer Reich, el más excepcional y enigmático fue el ala volante Horten 229 que los norteamericanos encontraron en una modesta fábrica de aviones en Friedrichroda, cerca de la ciudad de Gotha, en el mismo centro de Turingia.
El aparato descubierto por los americanos era el prototipo Ho229-V3 que había sido trasladado junto con todos sus utillajes para montaje desde Oranienburg en el norte de Berlin el 12 de Marzo de 1945. El plan alemán era que la compañía Gothaer Waggonfabrik comenzase inmediatamente la fabricación de los 20 primeros aviones de pre-serie Ho229-A0 y continuase los trabajos de desarrollo de los demás prototipos: el V4 biplaza, el V5 caza nocturno, el V6 para ensayos de armamento y el V7 biplaza de entrenamiento.
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Diferentes fases de la instalación de las góndolas
de los motores y de los revestimientos aerodinámicos
del cuerpo central del avión.
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El prototipo V3 (la V viene del palabro alemán Versuchsflugzeug) se encontraba en la fase final de montaje cuando las instalaciones de Gothaer Waggonfabrik fueron ocupadas por el III Ejército de Patton a principios de Abril del 45. Los americanos empaquetaron el avión junto con sus dos turborreactores Jumo 004 y lo facturaron a Northrop Corporation en El Segundo, California.
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Traslado del Ho 229 V3 a EEUU durante Agosto de 1945
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Una vez en los EEUU, muy poco se conoce sobre las conclusiones que los ingenieros americanos sacaron sobre las cualidades de vuelo del Ho229. Sí se sabe que la campaña de ensayos fue inusualmente breve debido a que el V3 era un prototipo único que no pudo ser mantenido en condición de vuelo por la falta de recambios, un problema que posiblemente se agravó por la corta vida operativa de los motores.
El Ho229-V3 fue desmontado y trasladado para ser custodiado en Washington donde crió óxido hasta principios de los años 80, período en el que los ingenieros de Northrop volvieron a examinar el prototipo. Curiosamente, justo en aquella época, un equipo combinado de Northrop y Boeing competía contra Lockheed-Rockwell por la adjudicación del proyecto “Aurora” para el desarrollo del Bombardero de Tecnología Avanzada o ATB (Advanced Technology Bomber). El 20 de Octubre de 1981, Northrop ganó definitivamente el concurso para desarrollar el avión "Spirit", nombre en código del bombardero estratégico B2. ¿Sirvió el ala volante alemana como fuente de inspiración para crear el famoso Bombardero Invisible, cuya firma de radar es más pequeña que la generada por un águila? Desde luego es una pregunta difícil de responder ya que el personal técnico de Northrop no está autorizado a hacer comentarios sobre sus actividades dentro de la compañía ni tan siquiera cuando su carrera profesional termina.
Para mi sorpresa, hace unos dos años vi las fotografías de lo que parecía ser un Ho229 nuevecito. En aquel momento creí que algún loco había reconstruido un “Gotha”, nombre en código que Ax y yo siempre le hemos dado al avión en honor al programador de LucasArts Lawrence Holland, pero el material resultó ser parte de un documental que National Geographic estaba produciendo sobre el estudio que los ingenieros de Northrop-Grumman habían realizado a su vez sobre las características furtivas (baja visibilidad radar) del Ho229. Por una sobredosis de nostalgia “clasificada”, el fabricante del B2 se gastó en el 2008 un cuarto de millón de dólares en el experimento, el cual incluyó no sólo la construcción del fidelísimo modelo escala 1:1 sino la utilización del ultra-sofisticado equipo y de las instalaciones "clasificadas" imprescindibles para analizar la firma radar del avión en vuelo.
He decidido compartir el documental con el resto de la Logia de redactores porque, americanadas aparte (la palabra “nazi” se pronuncia más veces que el nombre del propio avión y las tomas dentro de los hangares son dignas de “Indiana Jones contra el IV Reich”), su realización me ha parecido sobresaliente y el contenido técnico muy interesante sin que sea imprescindible tener un doctorado en el tema para seguir las explicaciones (en inglés gringo, eso sí). La recreación histórica también es muy correcta aunque los pobres hermanos Horten (Reimar y Walter) aparezcan caracterizados como dos ingenieros nazis sacados de una historia de Mignola.
También hay que disculpar algunos comentarios gratuitos respecto a las sobresalientes características de vuelo del avión que dudo mucho pudieran ser justificadas por los especialistas en radar de Northrop. Es algo bastante común en los documentales americanos ensalzar la técnica de los "nazis" para recordar que fueron los EEUU quienes les derrotaron (y no el Reino Unido, como les gusta dejar entrever)
Como lo importante es que veáis el documental, me despido diciendo que el Ho229 V3 original espera ser restaurado para ser exhibido en la colección aeronáutica del Instituto Smithsoniano (National Air and Space Museum) que ojalá visite alguna vez antes de partir rumbo a las estrellas...
Nota: Este artículo está dedicado a nuestro lector acérrimo el Kaiser Wilhelm III, a quien todavía debo toneladas de información para su proyecto 1945.