Viernes 8 de Julio del 2011, 2:45 pm hora central de los Estados Unidos.
Un redactor de la Nit del Joc se arrellana en su asiento de Ecomony Plus en el vuelo 944 de la United Airlines con destino a Frankfurt. Está agotado pero satisfecho, podría haber sido peor concluye mientras observa el gran lago Michigan desaparecer bajo el ala del Boeing 777. Finalmente se dirige a la Vieja Europa tras varios días de azares laborales y de calor tropical en el estado de Georgia. Su viaje de retorno ha comenzado a las 7:00 am en la ciudad sureña de Savannah desde donde un vuelo doméstico le trajo hasta el gran aeropuerto internacional de O'hare en Chicago. Siguiendo la regla de oro del viajero por obligación, el astuto pasajero ha preferido cargarse como una mula a correr riesgos facturando equipaje y perder esos preciosos minutos que son la diferencia entre subir al siguiente avión y dormir un inhóspito aeropuerto. Todavía le quedan 8 horas de vuelo nocturno más otra conexión en Frankfurt que, con algo más de suerte, le dejará desayunar el sábado en su cocina de Berlín.
Tras 30 minutos escasos desde que comenzara el vuelo, el sonido de unas voces que llegan desde la zona de los aseos atraen su atención. Es extraño pues el ruido dentro del avión normalmente amortigua cualquier sonido que no sea los berridos de un bebé. Tanto más si tienes tapones en los oídos. Y mucho más si esos tapones son del tipo que se usa para no quedarte sordo caminando frente a un motor a reacción. Varios otros pasajeros, incluyendo una amable pareja de Wisconsin que se sientan a su lado, observan perplejos como un individuo de aspecto no-occidental se encara de muy malos modos con un asistente de vuelo. Por lo que parece, el tipo ha motado en cólera después de ser preguntado por el motivo de su prolongada estancia en el servicio, tres largas visitas consecutivas prácticamente desde que despegó el avión. La corta estatura del empleado, similar al enano de Narnia pero sin barba, no parece intimidar en absoluto al agresivo basilisco que la emprende a empujones con el hombrecillo. Error, piensa el redactor desde su asiento. En menos tiempo de lo que se tarda en leer esta frase, un enorme pasajero de color - de color negro para ser exactos - placa al sospechoso y le administra una ración de tranquilizantes en el pasillo de los servicios de la zona central. Por suerte para todos, el grandullón no despresuriza el fuselaje de un mamporro. En pocos segundos, dos voluntariosas filas de pasajeros, una por pasillo, aguardan con paciencia su turno para administrar sedantes al chaval. Sólo nos falta Leslie Nielsen haciendo cola, piensa el redactor. Finalmente el copiloto, con la gorra calada hasta las cejas, se abre camino entre el gentío e impone orden. Para entonces, el pariente de Alieiou llevaba un rato largo en el suelo maniatado en calzoncillos mientras el avión giraba en redondo para aterrizar en Cleveland, donde espera el FBI...
El resto fue una larguísima noche que terminó de vuelta en Chicago y con otro vuelo, menos accidentado pero mucho más cansado, al día siguiente.
Hecho que corrobora el dicho: "EEUU es como en las películas"
ResponderEliminarEn cualquier caso, me quedo con el mucho más tranquilo trayecto de AVE Atocha-Santa Justa.
(BTW, esto no se lo cuentes a tu madre... ;-)
No te he visto en el video, deberías haber salido saludando por detrás de la rubia :-)
ResponderEliminarEn cuanto al evento en sí me sorprende que no saliera un marshall de esos de incognito que en teoría van en muchos aviones...
Por el pais que le aguantó 6 semanas al tío Adolfo todo sigue igual, se preparan para un fiestorro con guillotinas el Jueves y me toca estar aquí perdiendo el tiempo, buscaré algun lugar fresquito (y abierto).
PD: ¿Nadie va a decir nada de la Bunnie LatinoAsiaticaAmericana que da las noticias en la TV de Chicago????
Actualización:
ResponderEliminarEl amigo Saleh Ali S. Alramakh, alias Saleh Ali S. Alramaleh, o simplemente Ali para los íntimos que le conocimos, natural de Arabia Saudí, se halla recapacitando en estos precisos momentos en la prisión del condado Cuyahoga, Ohio (como suena y sin acento) a donde le envió el honorable juez McHargh bajo fianza de 1.000.000 (sí, un millón) de dólares. Una cantidad bastante razonable si tenemos en cuenta que la pena de cárcel por un delito federal de estas características llega hasta los 20 años...