Nota del redactor: mis disculpas por publicar este petardo ilegible frente a dos extraordinarios artículos de nuestro alabado camarada Redactor General Serguey y del no menos ilustre camarada Lord Dalkan.
Los académicos de
la Nit saben que
en el planeta Tierra, en cualquier teoría de la conspiración que se precie de
serlo, por disparatada que parezca (ciudades perdidas gobernadas por gorilas
albinos, clones nazis del presidente Bush padre, alianzas secretas de la ONU con imperios
alienígenas, etc), tarde o temprano, uno se encuentra con el nombre de Otto Skorzeny, casi siempre en el papel
de astuto demiurgo cuyos oscuros manejos sufre la ignorante Humanidad del siglo XXI. Para que lo entendamos todos: un papel parecido al personaje del venerable Bela Lugosi en Glen or Glenda, travestidos incluídos.
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El viejo Bela, álter ego de Otto Skorzeny en la imaginación
colectiva de los conspiradores universales.
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Aprovechando que
tengo unos días de descanso y soledad, he sacado un par de ratos largos para rebuscar
entre mis archivos y escribir uno de esos artículos que pueden enviar la mente
de un lector no-avisado derecha al trono de Azathoth. Quedan avisados o como
diría el gran Bela: Beware, take care…
Lo que sigue a
continuación no es sólo producto de mi imaginación calenturienta sino que
está basado en los muy serios estudios del doctor Robert Forczyk, respetado historiador militar
y antiguo oficial de inteligencia del ejército del Tío Sam, cuya
opinión sobre el personaje en cuestión es la siguiente:
Skorzeny fue un soldado mediocre y un ardiente
nazi cuya lealtad política siempre contó más en su carrera que sus habilidades profesionales.
Fue un mentiroso consumado e impudoroso, carente de escrúpulos para apropiarse
de los méritos ajenos o descargar en otros las culpas por los fallos. Es muy significativo que los únicos
éxitos operacionales de Skorzeny no se alcanzasen contra enemigos bien armados sino
contra antiguos aliados capaces de oponer poca o ninguna resistencia. Tras la
guerra, Skorzeny continuó traficando con exageraciones y falsedades, que le grajearon
la antipatía de sus compañeros de armas durante la guerra pero que a menudo
fueron aceptadas como hechos reales por los periodistas extranjeros.
Dicho lo de
arriba, que no es poco, yo podría dejar de escribir aquí mismo y ponerme a ver Plan 9 con un
botellín o dos. Sin embargo no lo haré pues me veo en la sagrada obligación de
justificar las conclusiones del teniente coronel Forczyk. ¡Va por usted!
Otto Skorzeny
nace en Viena en 1908. Su familia le costea los estudios en la universidad de
la capital austríaca, donde se gradúa como ingeniero en 1931. Durante su etapa
universitaria, el joven Skorzeny se decanta por la ideología conservadora para finalmente
unirse al partido nazi de Austria. Casado tras finalizar sus estudios, posteriormente diría
que su luna de miel transcurrió en la región italiana de Abruzzi, cercana a
Gran Sasso. Después de pasar seis años trabajando para una pequeña empresa de ingeniería
vienesa, Skorzeny se involucra en el Anschluss
(Anexión) austríaco de 1938; en sus memorias hará varias afirmaciones grandilocuentes
sobre su participación, presuntamente decisiva, en los hechos.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial,
Skorzeny se presenta inmediatamente como voluntario para servicio en la Luftwaffe (Fuerza Aérea)
con la irrealista perspectiva de ser admitido como oficial piloto. En su lugar
termina sirviendo como Flieger
(Soldado Raso) en un Regimiento de Señales de la Luftwaffe en Viena.
Resentido con la Luftwaffe, Skorzeny hace
uso de sus conexiones en el partido nazi para ser trasladado a las Waffen-SS en
Febrero 1940, donde sirve durante otros tres meses como Schütze (soldado raso) en el 2° Batallón de Reemplazo del entonces
todavía regimiento SS-Leibstandarte en Berlin-Lichterfelde. El 1 de Mayo de
1940 Skorzeny es ascendido a Unterscharführer
(Sargento) y transferido al batallón de piezas pesadas (15cm) del regimiento de
artillería de la división SS-Totenkopf, donde sirve como mecánico durante
cuatro meses. El 1 de Septiembre de 1940, Skorzeny es promovido a Oberscharführer (Sargento Primero) y
transferido al regimiento de artillería de la división SS-Das Reich.
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Aunque las unidades de las SS vieron bastante
acción en Bélgica y Francia, Skorzeny sólo escuchó los combates de lejos; no recibiría
la Cruz de
Hierro ni ninguna otra condecoración de combate durante ese período. |
Skorzeny continúa
trabajando sus contactos dentro del partido nazi y el 30 de Enero de 1941 es
ascendido finalmente al rango de Untersturmführer
(Alférez) reservista y asignado como oficial técnico al 2º batallón del
regimiento de artillería de la división SS-Das Reich, con la que participa en la
invasión de Yugoslavia en Abril de 1941.
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Skorzeny clamará tras la guerra haber capturado un
grupo
de soldados yugoslavos en solitario, sin embargo su
hazaña no está recogida
en los archivos de las SS.
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A los pocos
meses, Skorzeny es promocionado de nuevo, está vez a Obersturmführer (Teniente), y
continúa sirviendo en la división SS-Das
Reich durante las fases iniciales de la Operación Barbarrosa,
principalmente ocupado en tareas de reparación de vehículos. Se le concede la Cruz de Hierro de Segunda
Clase por la recuperación de un vehículo bajo fuego enemigo durante los
combates entorno a Yelnya el 26 de Agosto del 1941.
Poco después del
fallo de la Operación
Tifón (Batalla de Moscú) en Diciembre de 1941, Skorzeny
enferma de colitis estomacal –hecho frecuente entre los soldados alemanes
durante el primer invierno en el Frente Ruso- y es evacuado a Alemania en Enero
de 1942.
Si bien algunas investigaciones pobremente
documentadas sugieren que Skorzeny fue gravemente herido por el fuego de la
artillería soviética, en realidad su expediente militar de las SS no indica que
se le concediese la Medalla
de Herido por esa ocasión, y es más, el propio Skorzeny cita la colitis en sus
memorias.
Tras recuperarse,
Skorzeny es asignado al batallón de vehículos de reemplazo de las SS
estacionado en Weimar-Buchenwald, donde pasa los siguientes ocho meses como
instructor de reparación de vehículos. Es interesante mencionar que,
normalmente, los oficiales enfermos o heridos regresaban a sus unidades originales y
si Skorzeny no lo hizo es porque nadie le reclamó; por aquel entonces ya había
adquirido fama de soldado con pobre disciplina y fanfarrón.
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Skorzeny nunca perdió sus modales de bravucón de
cervecería austríaca que si bien le valieron el respeto de sus camaradas del
partido Nazi, lucían pobremente en un oficial profesional. En la imagen,
Skorzeny en el famoso Sportpalast de Berlín, el salón de congresos más grande de la capital.
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Noviembre de 1942,
Skorzeny es trasladado al recientemente formado regimiento Panzer de la
división SS-Totenkopf y allí permanece los siguientes cuatro meses poniendo a
punto los vehículos. Terminada esta tarea, es enviado de vuelta a su antiguo
puesto de instructor.
Invierno del 42, la Wehrmacht lucha desesperadamente
en Rusia mientras Skorzeny mata el tiempo en los cafés de Berlín, alternando
con otros nazis. Sus esfuerzos se ven recompensados cuando su viejo amigo Ernst
Kaltenbrunner (antigua cabeza del partido nazi en Austria) es nombrado jefe del
Reichssicherheitshauptamt (Dirección
General de Seguridad del Reich o RSHA) en enero de 1943.
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SS-Obergruppenführer (Teniente General)
Enrst Kaltenbrunner, jefe supremo
de los Servicios de Seguridad del III
Reich.
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SS-Brigadeführer (General de Brigada)
Walter Schellenberg, jefe del
Servicio Exterior de Inteligencia del Reich
tras la supresión del Abwehr (Servicio de
Inteligencia del Ejército) en 1944.
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Kaltenbrunner intercede
y Schellenberg ofrece a Skorzeny una posición en el Amt VI (Servicio Exterior). El
28 de Abril de 1943, Skorzeny es nombrado Hauptsturmführer
(Capitán) y pasa a hacerse cargo del mando de la Unidad de Entrenamiento
Especial de las SS.
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Kommando Skorzeny en su cuartel de Friedenthal. Skorzeny fue
elegido para dirigir el grupo de operaciones especiales de las SS gracias a sus
buenos contactos en el partido nazi y a pesar de su limitadísima experiencia en
combate.
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Sin duda Skorzeny
tuvo que ver su nombramiento como una oportunidad perfecta para significarse y
alcanzar el reconocimiento de sus superiores, aunque, por supuesto, no a costa
de participar en misiones de alto riesgo o suicidas.
Aunque el Abwehr
(Servicio de Inteligencia del Ejército) le imparte un curso básico de espionaje,
Skorzeny no recibe adiestramiento en salto en paracaídas o métodos de combate.
Posteriormente Skorzeny dirá haber estudiado con intensidad las técnicas de los
comandos británicos durante el verano de 1943, sin embargo todo apunta a que en
realidad pasó buena parte de ese período socializándose.
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Los oficiales de Skorzeny a duras penas lograron
localizarle cuando el 26 de Julio, en pleno día de servicio, una llamada le emplazó
a presentarse inmediatamente en el Cuartel General del Führer; Skorzeny estaba
vestido de civil bebiendo con algunas de sus viejas amistades austriacas en el
Kurfürstendamm, la famosa avenida Ku’damm de Berlín (en la imagen durante 1941)
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26 de Julio de 1943, Mussolini es detenido por
orden del rey Víctor Manuel III.
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Había llegado el
Gran Momento para Skorzeny: Himmler convence a Hitler para que elija a Skorzeny
como oficial de inteligencia adjunto al jefe de la operación de rescate del
Duce, el general de paracaidistas Kurt Student.
El rescate-romería
de Mussolini (Operación Roble) se merecería un artículo independiente –o tal vez varios– pero
intentaré resumirlo en las fotos siguientes.
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General de paracaidistas Kurt Student,
jefe de la Operación Roble.
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Comandante de paracaidistas Harald Mors,
cerebro
de la Operación Roble.
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Teniente coronel de paracaidistas Georg
von
Berlepsch, mandaba la única
unidad virtualmente capaz de llevar
acabo un asalto
de planeadores sobre
la cresta de una montaña.
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Como se ve en este gráfico, los hombres de von Berlepsch
habían sido entrenados y equipados para participar en negociaciones haciendo uso de
ametralladoras, morteros y armas antitanque. |
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Estos dos paracaidistas llevan encima munición
suficiente para llegarse a la ronda 35 en
el mapa Der Riese sin problemas.
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El general Student pasa revista al equipo de
Skorzeny antes de la misión. Los hombres de Skorzeny sólo portaban armas
ligeras pues no estaba planeado que participasen en el asalto, en su lugar
debían limitarse a escoltar a Mussolini una vez hubiese sido liberado por los
paracaidistas de von Berlepsch. |
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Según el plan de asalto original, todos los
planeadores deberían haber aterrizado casi simultáneamente; en cambio éstos se
dispersaron durante la aproximación y el que transportaba a Skorzeny terminó
siendo el primero en tomar tierra. Los guardianes italianos, atónitos por la
llegada del avión, reaccionaron despacio y sin determinación. El jefe de la
guarnición estaba literalmente durmiendo cuando aparecieron los alemanes. La
visión de los paracaidistas tomando posiciones entorno al hotel salvó a
Skorzeny de ser tomado prisionero o muerto, pues no halló ninguna resistencia
organizada tras adentrarse inconscientemente en el hotel sin tan siquiera desenfundar
su pistola. |
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Una imagen impagable que da testimonio de la
fiereza de la guarnición que custodiaba al Duce. Podemos ver a seis felices
carabineros con sus metralletas al hombro –cuatro de ellos en primerísimo
plano, incluido un orgulloso pariente- reventándole la fotografía a Skorzeny,
quien da la impresión de estarse acordando de la familia del curioso carabinero
de la izquierda. El teniente coronel von Berlepsch, de perfil a la izquierda de
Skorzeny, no puede contener la risa. |
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Una imagen mucho más seria del rescatado Mussolini
junto al comandante Mors y von Berlepsch; Skorzeny parece estarse perdiendo la fiesta, algo muy extraño en él.
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Otra imagen para el recuerdo: olvidadas las diferencias,
vencedores y vencidos se van de romería hacia la avioneta que trasladará a
Mussolini hasta un “lugar seguro” Muy gallardo el gesto del carabinero de la
derecha al portar el equipaje de su antiguo prisionero. El oficial italiano que
camina entre Mussolini y von Berlepsch es el general Soleti, quien
reticentemente aceptó acompañar a los alemanes en la misión y servirles de
mediador; su presencia aumentó la confusión entre los ya de por sí confundidos
guardianes.
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Finalmente el Duce y Skorzeny –el gran bulto color
beige que asoma por la ventanilla trasera- abandonan Gran Sasso a bordo de una sobrecargada
Storch. Haciendo gala de su conocida prudencia, Skorzeny se había estrujado
dentro de la pequeña avioneta ignorando las protestas del piloto y del propio Mussolini.
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La misión y Mussolini habrían tenido un final mucho más cómico si, como guinda a la
tarta, el avión se hubiese precipitado contra el fondo del barranco gracias al
sobrepeso del inconsciente Skorzeny. Y puede que hasta Himmler hubiese tenido
que hacer fusilar al canalla de Kaltenbrunner por recomendarle a su amiguete Skorzeny. Sin embargo no fue así, el Duce sobrevivió para ser linchado y los
propagandistas de las SS atribuyeron a Skorzeny la reputación de “comando extraordinario” para ensalzar la
posición de Himmler dentro de la jerarquía nazi... caprichos de la Historia.
En 1944, con la
caída en desgracia del Abwehr, la unidad de comandos del ejército –la división Brandenburg–
fue apartada definitivamente de las operaciones especiales y Skorzeny heredó de
rebote un cierto número de soldados experimentados en este tipo de misiones,
tales como Adrian von Fölkersam, a quien Skorzeny tomó como adjunto y jefe de operaciones oficioso, lo cual le permitió desentenderse de las molestias
cotidianas que implica dirigir una unidad militar.
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En Agosto de 1942, el teniente von Fölkersam y 62
de sus brandenburger habían capturado intacta la ciudad de Maikop y
sus campos petróleo haciéndose pasar por una unidad del temido NKVD. En la imagen
comandos alemanes de la unidad Brandenburg disfrazados como soldados rusos. |
Si exceptuamos
el episodio de Gran Sasso, el historial militar del Skorzeny fue más bien una sucesión de
fracasos: los planes para secuestrar al General de Gaulle o asesinar a los Tres
Grandes (Churchill, Roosevelt y Stalin) en la conferencia de Teherán no
llegaron a nada, y el esfuerzo para capturar o eliminar a Tito acabó con la
destrucción virtual del batallón 500 de paracaidistas SS.
En realidad, el
único éxito personal de Skorzeny fue la Operación Panzerfaust (Guantelete)
ejecutada entre el 15 y el 16 de Octubre de 1944 y en la cual secuestró al hijo
del regente húngaro, el almirante Horthy, para evitar el inminente armisticio
entre Hungría y la Unión Soviética.
El golpe de Estado en Hungría le valió a Skorzeny la Deutches
Kreuz in Gold
(Cruz de Oro Alemana) y el ascenso a Obersturmbannführer
(Teniente Coronel).
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El golpe de Skorzeny en Budapest, aunque
temerario, fue tosco y tácticamente amateur.
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A pesar de la mínima resistencia húngara, Skorzeny
solicitó a la Wehrmacht
una
columna blindada de Tigres II con la que apabullar a los defensores
y
abrirse camino hasta la misma ciudadela de Budapest.
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El aún Sturmbannführer
(Comandante) Skorzeny, a la izquierda de la imagen, exultante tras su gran
éxito contra sus aliados húngaros. En segundo plano, a su derecha y algo
rezagado, el auténtico especialista en operaciones especiales Adrian von Fölkersam,
ya en uniforme de SS-Untersturmführer (Teniente) |
Budapest señaló
el comienzo del declive para Skorzeny y sus fuerzas especiales SS. Durante la ofensiva de las Ardenas en
Diciembre de 1944, su unidad creó cierta confusión tras las líneas americanas gracias a la Operación Grifo
(Greif), pero el efecto fue breve, los objetivos no se alcanzaron y la mayoría
de sus equipos de reconocimiento fueron capturados. El resto del Kampfgruppe (Grupo de Combate) Skorzeny,
reforzado a nivel de regimiento e identificado como Brigada Panzer 150, fue
comprometido en los combates del sector de Malmedy.
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Skorzeny no tenía ni idea de cómo montar un ataque
con una unidad del tamaño de una brigada y sus carros fueron rechazados con
grandes pérdidas por la 30ª división de infantería americana. En la imagen un
tanque Panther de la Brigada
150 modificado para asemejarse a un cazatanques M10. |
Tras resultar
levemente herido por la metralla de la artillería americana, se excusó diciendo
que tenía órdenes expresas del Führer de no arriesgarse a caer prisionero,
traspasó el mando de la brigada a sus subordinados y regresó a Berlín.
El 25 de Enero de
1945 Hitler decide, para asombro y consternación de Alto Mando del
Ejército, encomendar al burócrata Himmler el mando del Grupo de Ejércitos del
Vístula formado a toda prisa para detener el avance soviético sobre Berlín. En esos momentos Alemania
ya ha perdido la capacidad de lanzar operaciones especiales de importancia y Himmler
ordena a Skorzeny desplegar las tropas que le queden en torno a una cabeza de
puente en la ciudad de Schwedt, sobre el río Oder, a escasos 90 kilómetros al
noreste de Berlín.
Skorzeny, flamante
Standartenführer (Coronel), organiza
un nuevo Kampfgruppe del tamaño de
una división compuesto de SS, Volksgrenadier y personal de la Luftwaffe. Sin
embargo, el plan de avance soviético ignora la ciudad, la cual no caerá hasta
finales del mes de Abril. Entre tanto, las tropas de Skorzeny aguardan infructuosamente
la orden de contraatacar durante un mes. Skorzeny y Himmler (quien nunca le
había tenido simpatía) se distancian: Skorzeny es relevado del mando el 28 de Febrero
de 1945 y su sustituto abandona la cabeza de puente Schwedt a los pocos días, el 3 de Marzo.
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A pesar de su historial de fracasos, Hitler
admiraba Skorzeny por su lealtad a la causa nazi. El 9 de Abril de 1945 le concede
las Hojas de Roble de su Cruz de Caballero a pesar de su intrascendente papel en
Schwedt.
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De regreso en Berlin, a mediados de Marzo,
Skorzeny recibió la orden de organizar ataques con hombre rana contra el
recientemente capturado puente Ludendorff sobre el Rin, pero no se logró nada. En
la imagen dicho puente en la ciudad de Remagen.
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Sin embargo, Skorzeny
no era tan leal a su Führer como para permanecer en Berlín hasta el final: se excusa con el pretexto de ayudar con las operaciones de guerrilla Werwolf en Bavaria (curiosamente, a
estas alturas de la función Himmler ya había decido cancelarlas)
Logra escabullirse
de la capital del Reich a bordo de un tren especial en compañía de un grupo de
sus hombres, entre ellos viaja su antiguo camarada de fatigas, el Hauptsturmführer Karl Radl. El tren se detiene en Radstadt, en el
Tirol austríaco. Finalmente Skorzeny y Radl se separan del resto del grupo para
ocultarse en una confortable cabaña en los Alpes bávaros.
Cuando se entrega
a los americanos el 16 de Mayo de 1945, Skorzeny es conducido a Salzburgo para
negociar la rendición de sus hombres. En Salzburgo es puesto inmediatamente
bajo arresto y trasladado a Augsburgo para ser interrogado por los servicios de contrainteligencia
americanos.
Durante los interrogatorios Skorzeny no tiene reparos para explayarse
fanfarroneando sobre los más diversos temas: sus negocios personales, las nuevas
técnicas de sabotaje, el entrenamiento Werwolf
o la insurrección política contra los soviéticos en Ucrania y los Balcanes. Se
queja de que sus agentes nunca fueron tratados correctamente por la Wehrmacht: no se les
recompensaba, ni se les mantenía, ni se les pagaba los gastos con puntualidad. Alegremente
se declara héroe alemán, saboteador profesional, asesino, agitador… Habla sobre
absolutamente cualquier cosa excepto de un hecho fundamental. Un hecho por el
que nadie le pregunta y del no hablará ni durante sus tres años de
cautividad en Nuremberg y en el campo de internamiento de Dachau, ni durante el
juicio contra él por crímenes de guerra (cargos de los que será absuelto), ni siquiera cuando
sus antiguos compañeros de las SS organizan su evasión de la custodia
americana.
¿Qué había
olvidado mencionar a todo el mundo Skorzeny?
Sé lo que estará
pensando el héroe o la heroína que se haya leído este mamotreto (por cierto, muchas
gracias por hacerlo): esto me suena a teoría de la conspiración…. bueno, pues podría estar equivocado.
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Skorzeny, vanidoso hasta en el cautiverio, se
despide
de sus fans de la Nit del Joc hasta el siguiente artículo.
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Beware, take care...