(Hoy) Estamos obsesionados con:

miércoles, mayo 20, 2009

Déjame Entrar

Oskar es un solitario niño de doce años, hijo de padres divorciados y aficionado a la lectura, que padece acoso escolar. Un día aparece Eli, su nueva vecina; una niña que pronto se convertirá en su única amiga y que necesita beber sangre humana para vivir...




Estamos ante una cinta de vampiros sueca, diferente por lo que cuenta pero, sobre todo, por cómo lo cuenta; la frialdad desapasionada de las interpretaciones (correctas, no obstante) y la fragmentada estructura del relato (acentuada siempre por la gélida monotonía arquitectónica de los escenarios) impregnan la película de un distanciado existencialismo, casi nihilista.

Sorprende (y eso siempre es de agradecer) encontrarse con una película de género tan alejada de los transitados caminos del mainstream, pero aunque definitivamente se trate de un título a recomendar tampoco creo que merezca una unanimidad crítica tan favorable como la que ha cosechado. Le falta ese puntito de alma/emoción/whatever que esperaría el público mediterráneo, tan opuesto al impávido desapego del espectador escandinavo.


-Jóvenes Ocultos por Ingmar Bergman o así...

2 comentarios:

  1. Es precisamente esa chispa canalla, totalmente inexistente más al norte de los Alpes, lo que diferencia a Drácula, el vividor atormentado, de Nosferatu, el romántico asceta. El primero, vestido de dandi, se pasaba las noches londinenses tapando agujeros y bebiendo en cuello de rabiza; el otro, vestido de dómine Cabra, mal vivía en Wismar de felinos arrabaleros y, para colmo, tenía que cargar con su propio ataúd por las calles, eso sí, mas tieso que un fakir y sin perder la dignidad. Cosas de los aristócratas leídos, digo yo que pensaría Murnau. Afortunadamente para Nosferatu, los vecinos de Wismar, como buenos ciudadanos alemanes trabajadores, se recogían temprano y se evitaban el bochorno de presenciar la situación.

    Si el pobre conde Orlok hubiera dado con sus huesos en Londres, las fulanas del puerto le habrían molido a palos, no bien hubiera rozado el suelo con los botines decimonónicos esos que se gastaba el circunspecto y serio chupasangres.

    En fin, que habrá que ver a la prima de Rüdiger, el pequeño vampiro…

    ResponderEliminar
  2. Nosferatu vendría a ser una suerte de Pedro Luis de Gálvez, pero con un ataúd en lugar de la famosa caja de zapatos...
    La película me recordó a esa glacial apatía que desprenden los cuentos del noruego Kjell Askildsen y que tanto me desconcertó en su día (al final tiene razón McReady; Suecos y Noruegos, son todos 'la misma mierda' :P)

    ResponderEliminar