Ayer vimos por fin la cuarta película del Dr. Jones, en su versión digital y en la sala 25.
La impresión de que estaba ante una suerte de aventura apócrifa del arqueólogo me asaltó pasados los primeros 15 minutos de metraje. Parece que de esta tendencia de meter crítica gubernamental (y es que, recordemos AvP2: Los gobiernos NUNCA mienten, guiño, guiño) no se salva ni el estandarte máximo del cine de aventuras, con su noble historial de malos malísimos de una pieza que tan malos ratos le hicieron pasar a Jones y tan buenos al público. Mérito de Bush, supongo, aunque aquí utilicen la "parábola" del macartismo.
La narración avanza a ritmo cansino, con una estructura repetitiva de me atrapas, me escapo, me vuelves a atrapar, me vuelvo a escapar... Los diálogos, brillantes en las entregas anteriores, también brillan aquí, pero por su ausencia. Tres cuartos de lo mismo se podría aplicar al humor. Y los momentos de acción frenética que tan bien se resolvían en los 80 nos dejan en pleno siglo XXI escenas enteras con los contornos de los personajes borrosos y una sensación de irrealidad que si no te saca de la historia es porque nunca te has conseguido meter en ella del todo. Vamos, que La Momia es mejor película de Indy que ésta, diría yo.
Creo que la mejor manera de definirlo, y era lo que me temía por los antecedentes, es que Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal es a la trilogía clásica lo que las nuevas entregas de Star Wars a la trilogía original. Con eso ya está dicho todo, no?
-El tal Nurashi es muy pequeñito...
A mi me entretuvo, y la tipa que estaba al lado la horrorizó, no hacía más que sobresaltarse en cada momento. De hecho, su momento alguido fué cuando preguntó al novio, si Oxley (John Hurt) si era el padre de Mutt Williams. Y por no decir más, ya había pasado la escena del pozo de la arena.
ResponderEliminarEn dos palabras, im presionante