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lunes, octubre 19, 2009

HITLER NO HA MUERTO....

Bueno, sí se ha muerto, ya que no creo que ande por ahí con 120 años. Pero bueno, la noticia bomba, es que resulta que el trozo de cráneo que guardaba celosamente Rusia es de una mujer.

La noticia la vi ayer en Milenio 4. Claro, que esta gente derivó un poco al hecho de que Hitler acabó en Argentina, y tal-cual. Además es curioso que el hecho que la calavera y su agujero de bala, sea de otra persona no niega la versión oficial. A ver, quién era el guapo, que iba a Stalin, famoso por su amabilidad, y le decía que habían perdido el craneo de Hitler, pero que todo iba bien.

La noticia la podéis leer aquí.
Aparentemente según un tipo de barbas darwinianes, Doctor en Antropología (creo), las diferencias de grosor entre el cráneo de una mujer y un hombre son notables, además han coseguido sacar algo de ADN y éste es de una mujer de 40 años (Eva Braun tenía 30 y tantos). Curiosamente el diván, donde ambos se suicidaron tenía manchas de sangre, y esta sangre pertenece a una mujer también; recordar para la posteridad, que Eva murío por envenamiento de cianuro (versión oficial). Era especialmente gracioso, ver, como uno de los contertulios llegaba a decir, que nadie les vió morir, que entraron una vez oyeron los diparos, lo que deja un tiempo en el que se pudieron cambiar por otros.....
En fin, volvemos al qué dirán. Por ahora lo que nadie duda es que la guerra la ganaron los aliados.

4 comentarios:

  1. Estoy casi convencido de que los eruditos que teorizaban el domingo sobre si Hitler pasó plácidamente los años de vejez comiendo churrascos en la Patagonia ignoran que las placas dentales del Führer fueron cotejadas por los oficiales del NKVD, predecesor del KGB, contra las mandíbulas de los dos cuerpos que habían sido hallados totalmente carbonizados dentro de un cráter de los jardines de la Nueva Cancilleria; el mismo área donde testigos presenciales dijeron que se había producido la cremación de los cadáveres de la pareja. Todavía se combatía en el Berlin, cuando los resultados forenses confirmaron que, inequívocamente, las piezas dentales correspondían con los modelos de Hitler hallados junto con el resto de su historial médico.

    Esta irrefutable prueba forense fue ocultada por el taimado Stalin tanto a sus cándidos aliados angloamericanos como a sus propios colaboradores directos, incluyendo el mismísimo mariscal Zhukov. Inmediatamente, Stalin pergeñó una serie de fábulas folletinescas destinadas a sembrar desconcierto sobre el destino final de Hitler y de paso justificar las “medidas especiales de seguridad” tomadas por la URSS en los territorios "liberados" bajo su dominio.

    En sus últimos días, Hitler rechazó con repulsión la idea de caer en las manos de los soviéticos y terminar en una jaula, exhibido como trofeo por Stalin; llegó incluso a temer que los rusos lanzasen paracaidistas para capturarle con vida. El Führer sabía que, aún siendo remotamente posible escapar de Berlin, las opciones de evitar los controles aliados durante mucho tiempo habrían sido nulas. Esconderse como una rata no le parecía una idea admisible. En ausencia de cualquier esperanza de victoria, sólo un final wagneriano, el suicidio, podía ser considerado como una alternativa coherente y justificable ante el juicio de “las generaciones del futuro”.

    Desde que tuvo lugar la muerte de Hitler, y cada veinte años, alguien dice haber descubierto la verdad definitiva sobre el caso. Aún recuerdo cuando, a principios de los 80, la seria revista alemana Stern tuvo la feliz idea de publicar unas Memorias de Adolf Hitler, tras ser milagrosamente descubiertas en la vieja RDA. Tales documentos resultaron ser más falsos que un duro de madera y el autor de la estafa, un tal Konrad Kujau, se tuvo que comer cuatro años y seis meses más IVA en una prisión de la República Federal.

    De haber pasado en las Españas, el paladín de la justicia planetaria, el rey Baltasar Garzón, hubiera ordenado a Mortaledo y Filemón viajar a la Pampa y capturar inmediatamente al Führer...

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  2. Ya, pero si dices que hay pruebas forenses de que Hitler está muerto, se te acaba el programa, y entonces tienes que pasar a leer el periódico, al estilo GOMAESPUMA, ya que rellena mucho.

    Además el misterio aunque falso, vende más que la realidad.

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  3. De acuerdo en que el rigor histórico es necesario, pero habitualmente la ficción es más divertida; no hay color entre un Martin Bormann muerto insípidamente en el 45 y la super gasolinera Martin Bormann, con Super Lorna contoneándose en los lavabos, no? ;)

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  4. :) Efectívamente. De todos modos el caso de Martin es especial. A buen seguro que hubiera disfrutado como un enano de nueva vida en la super gasolinera de su tío Russ...

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