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domingo, marzo 31, 2013

Skorzeny, un pícaro en la corte de Adolf Hitler

Nota del redactor: mis disculpas por publicar este petardo ilegible frente a dos extraordinarios artículos de nuestro alabado camarada Redactor General Serguey y del no menos ilustre camarada Lord Dalkan.

Los académicos de la Nit saben que en el planeta Tierra, en cualquier teoría de la conspiración que se precie de serlo, por disparatada que parezca (ciudades perdidas gobernadas por gorilas albinos, clones nazis del presidente Bush padre, alianzas secretas de la ONU con imperios alienígenas, etc), tarde o temprano, uno se encuentra con el nombre de Otto Skorzeny, casi siempre en el papel de astuto demiurgo cuyos oscuros manejos sufre la ignorante Humanidad del siglo XXI. Para que lo entendamos todos: un papel parecido al personaje del venerable Bela Lugosi en Glen or Glenda, travestidos incluídos.

El viejo Bela, álter ego de Otto Skorzeny en la imaginación
colectiva de los conspiradores universales.

Aprovechando que tengo unos días de descanso y soledad, he sacado un par de ratos largos para rebuscar entre mis archivos y escribir uno de esos artículos que pueden enviar la mente de un lector no-avisado derecha al trono de Azathoth. Quedan avisados o como diría el gran Bela: Beware, take care…
 
Lo que sigue a continuación no es sólo producto de mi imaginación calenturienta sino que está basado en los muy serios estudios del doctor Robert Forczyk, respetado historiador militar y antiguo oficial de inteligencia del ejército del Tío Sam, cuya opinión sobre el personaje en cuestión es la siguiente:

Skorzeny fue un soldado mediocre y un ardiente nazi cuya lealtad política siempre contó más en su carrera que sus habilidades profesionales. Fue un mentiroso consumado e impudoroso, carente de escrúpulos para apropiarse de los méritos ajenos o descargar en otros las culpas por los  fallos. Es muy significativo que los únicos éxitos operacionales de Skorzeny no se alcanzasen contra enemigos bien armados sino contra antiguos aliados capaces de oponer poca o ninguna resistencia. Tras la guerra, Skorzeny continuó traficando con exageraciones y falsedades, que le grajearon la antipatía de sus compañeros de armas durante la guerra pero que a menudo fueron aceptadas como hechos reales por los periodistas extranjeros.

Dicho lo de arriba, que no es poco, yo podría dejar de escribir aquí mismo y ponerme a ver Plan 9 con un botellín o dos. Sin embargo no lo haré pues me veo en la sagrada obligación de justificar las conclusiones del teniente coronel Forczyk. ¡Va por usted!

Otto Skorzeny nace en Viena en 1908. Su familia le costea los estudios en la universidad de la capital austríaca, donde se gradúa como ingeniero en 1931. Durante su etapa universitaria, el joven Skorzeny se decanta por la ideología conservadora para finalmente unirse al partido nazi de Austria. Casado tras finalizar sus estudios, posteriormente diría que su luna de miel transcurrió en la región italiana de Abruzzi, cercana a Gran Sasso. Después de pasar seis años trabajando para una pequeña empresa de ingeniería vienesa, Skorzeny se involucra en el Anschluss (Anexión) austríaco de 1938; en sus memorias hará varias afirmaciones grandilocuentes sobre su participación, presuntamente decisiva, en los hechos.

Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, Skorzeny se presenta inmediatamente como voluntario para servicio en la Luftwaffe (Fuerza Aérea) con la irrealista perspectiva de ser admitido como oficial piloto. En su lugar termina sirviendo como Flieger (Soldado Raso) en un Regimiento de Señales de la Luftwaffe en Viena.

Resentido con la Luftwaffe, Skorzeny hace uso de sus conexiones en el partido nazi para ser trasladado a las Waffen-SS en Febrero 1940, donde sirve durante otros tres meses como Schütze (soldado raso) en el 2° Batallón de Reemplazo del entonces todavía regimiento SS-Leibstandarte en Berlin-Lichterfelde. El 1 de Mayo de 1940 Skorzeny es ascendido a Unterscharführer (Sargento) y transferido al batallón de piezas pesadas (15cm) del regimiento de artillería de la división SS-Totenkopf, donde sirve como mecánico durante cuatro meses. El 1 de Septiembre de 1940, Skorzeny es promovido a Oberscharführer (Sargento Primero) y transferido al regimiento de artillería de la división SS-Das Reich.

Aunque las unidades de las SS vieron bastante acción en Bélgica y Francia, Skorzeny sólo escuchó los combates de lejos; no recibiría la Cruz de Hierro ni ninguna otra condecoración de combate durante ese período.

Skorzeny continúa trabajando sus contactos dentro del partido nazi y el 30 de Enero de 1941 es ascendido finalmente al rango de Untersturmführer (Alférez) reservista y asignado como oficial técnico al 2º batallón del regimiento de artillería de la división SS-Das Reich, con la que participa en la invasión de Yugoslavia en Abril de 1941.

Skorzeny clamará tras la guerra haber capturado un grupo 
de soldados yugoslavos en solitario, sin embargo su 
hazaña no está recogida en los archivos de las SS.

A los pocos meses, Skorzeny es promocionado de nuevo, está vez a Obersturmführer (Teniente), y continúa sirviendo en la división  SS-Das Reich durante las fases iniciales de la Operación Barbarrosa, principalmente ocupado en tareas de reparación de vehículos. Se le concede la Cruz de Hierro de Segunda Clase por la recuperación de un vehículo bajo fuego enemigo durante los combates entorno a Yelnya el 26 de Agosto del 1941.

Poco después del fallo de la Operación Tifón (Batalla de Moscú) en Diciembre de 1941, Skorzeny enferma de colitis estomacal –hecho frecuente entre los soldados alemanes durante el primer invierno en el Frente Ruso- y es evacuado a Alemania en Enero de 1942.

Si bien algunas investigaciones pobremente documentadas sugieren que Skorzeny fue gravemente herido por el fuego de la artillería soviética, en realidad su expediente militar de las SS no indica que se le concediese la Medalla de Herido por esa ocasión, y es más, el propio Skorzeny cita la colitis en sus memorias.

Tras recuperarse, Skorzeny es asignado al batallón de vehículos de reemplazo de las SS estacionado en Weimar-Buchenwald, donde pasa los siguientes ocho meses como instructor de reparación de vehículos. Es interesante mencionar que, normalmente, los oficiales enfermos o heridos regresaban a sus unidades originales y si Skorzeny no lo hizo es porque nadie le reclamó; por aquel entonces ya había adquirido fama de soldado con pobre disciplina y fanfarrón.

Skorzeny nunca perdió sus modales de bravucón de cervecería austríaca que si bien le valieron el respeto de sus camaradas del partido Nazi, lucían pobremente en un oficial profesional. En la imagen, Skorzeny en el famoso Sportpalast de Berlín, el salón de congresos más grande de la capital.

Noviembre de 1942, Skorzeny es trasladado al recientemente formado regimiento Panzer de la división SS-Totenkopf y allí permanece los siguientes cuatro meses poniendo a punto los vehículos. Terminada esta tarea, es enviado de vuelta a su antiguo puesto de instructor.

Invierno del 42, la Wehrmacht lucha desesperadamente en Rusia mientras Skorzeny mata el tiempo en los cafés de Berlín, alternando con otros nazis. Sus esfuerzos se ven recompensados cuando su viejo amigo Ernst Kaltenbrunner (antigua cabeza del partido nazi en Austria) es nombrado jefe del Reichssicherheitshauptamt (Dirección General de Seguridad del Reich o RSHA) en enero de 1943.

SS-Obergruppenführer (Teniente General) 
Enrst Kaltenbrunner, jefe supremo
de los Servicios de Seguridad del III Reich.

SS-Brigadeführer (General de Brigada) 
Walter Schellenberg, jefe del
Servicio Exterior de Inteligencia del Reich 
tras la supresión del Abwehr (Servicio de 
Inteligencia del Ejército) en 1944.

Kaltenbrunner intercede y Schellenberg ofrece a Skorzeny una posición en el Amt VI  (Servicio Exterior). El 28 de Abril de 1943, Skorzeny es nombrado Hauptsturmführer (Capitán) y pasa a hacerse cargo del mando de la Unidad de Entrenamiento Especial de las SS.

Kommando Skorzeny en su cuartel de Friedenthal. Skorzeny fue elegido para dirigir el grupo de operaciones especiales de las SS gracias a sus buenos contactos en el partido nazi y a pesar de su limitadísima experiencia en combate.

Sin duda Skorzeny tuvo que ver su nombramiento como una oportunidad perfecta para significarse y alcanzar el reconocimiento de sus superiores, aunque, por supuesto, no a costa de participar en misiones de alto riesgo o suicidas.

 Aunque el Abwehr (Servicio de Inteligencia del Ejército) le imparte un curso básico de espionaje, Skorzeny no recibe adiestramiento en salto en paracaídas o métodos de combate. Posteriormente Skorzeny dirá haber estudiado con intensidad las técnicas de los comandos británicos durante el verano de 1943, sin embargo todo apunta a que en realidad pasó buena parte de ese período socializándose.

Los oficiales de Skorzeny a duras penas lograron localizarle cuando el 26 de Julio, en pleno día de servicio, una llamada le emplazó a presentarse inmediatamente en el Cuartel General del Führer; Skorzeny estaba vestido de civil bebiendo con algunas de sus viejas amistades austriacas en el Kurfürstendamm, la famosa avenida Ku’damm de Berlín (en la imagen durante 1941)

26 de Julio de 1943, Mussolini es detenido por orden del rey Víctor Manuel III.

Había llegado el Gran Momento para Skorzeny: Himmler convence a Hitler para que elija a Skorzeny como oficial de inteligencia adjunto al jefe de la operación de rescate del Duce, el general de paracaidistas Kurt Student.

El rescate-romería de Mussolini (Operación Roble) se merecería un artículo independiente –o tal vez varios pero intentaré resumirlo en las fotos siguientes.

General de paracaidistas Kurt Student, 
jefe de la Operación Roble.

Comandante de paracaidistas Harald Mors, 
cerebro de la Operación Roble.

Teniente coronel de paracaidistas Georg 
von Berlepsch, mandaba la única 
unidad virtualmente capaz de llevar 
acabo un asalto de planeadores sobre 
la cresta de una montaña.

Como se ve en este gráfico, los hombres de von Berlepsch habían sido entrenados y equipados para participar en negociaciones haciendo uso de ametralladoras, morteros y armas antitanque.
 
Estos dos paracaidistas llevan encima munición suficiente para llegarse a la ronda 35 en  
el mapa Der Riese sin problemas.

El general Student pasa revista al equipo de Skorzeny antes de la misión. Los hombres de Skorzeny sólo portaban armas ligeras pues no estaba planeado que participasen en el asalto, en su lugar debían limitarse a escoltar a Mussolini una vez hubiese sido liberado por los paracaidistas de von Berlepsch.
Según el plan de asalto original, todos los planeadores deberían haber aterrizado casi simultáneamente; en cambio éstos se dispersaron durante la aproximación y el que transportaba a Skorzeny terminó siendo el primero en tomar tierra. Los guardianes italianos, atónitos por la llegada del avión, reaccionaron despacio y sin determinación. El jefe de la guarnición estaba literalmente durmiendo cuando aparecieron los alemanes. La visión de los paracaidistas tomando posiciones entorno al hotel salvó a Skorzeny de ser tomado prisionero o muerto, pues no halló ninguna resistencia organizada tras adentrarse inconscientemente en el hotel sin tan siquiera desenfundar su pistola.

Una imagen impagable que da testimonio de la fiereza de la guarnición que custodiaba al Duce. Podemos ver a seis felices carabineros con sus metralletas al hombro –cuatro de ellos en primerísimo plano, incluido un orgulloso pariente- reventándole la fotografía a Skorzeny, quien da la impresión de estarse acordando de la familia del curioso carabinero de la izquierda. El teniente coronel von Berlepsch, de perfil a la izquierda de Skorzeny, no puede contener la risa.
Una imagen mucho más seria del rescatado Mussolini junto al comandante Mors y von Berlepsch; Skorzeny parece estarse perdiendo la fiesta, algo muy extraño en él.

Otra imagen para el recuerdo: olvidadas las diferencias, vencedores y vencidos se van de romería hacia la avioneta que trasladará a Mussolini hasta un “lugar seguro” Muy gallardo el gesto del carabinero de la derecha al portar el equipaje de su antiguo prisionero. El oficial italiano que camina entre Mussolini y von Berlepsch es el general Soleti, quien reticentemente aceptó acompañar a los alemanes en la misión y servirles de mediador; su presencia aumentó la confusión entre los ya de por sí confundidos guardianes.

Finalmente el Duce y Skorzeny –el gran bulto color beige que asoma por la ventanilla trasera- abandonan Gran Sasso a bordo de una sobrecargada Storch. Haciendo gala de su conocida prudencia, Skorzeny se había estrujado dentro de la pequeña avioneta ignorando las protestas del piloto y del propio Mussolini.

La misión y Mussolini habrían tenido un final mucho más cómico si, como guinda a la tarta, el avión se hubiese precipitado contra el fondo del barranco gracias al sobrepeso del inconsciente Skorzeny. Y puede que hasta Himmler hubiese tenido que hacer fusilar al canalla de Kaltenbrunner por recomendarle a su amiguete Skorzeny. Sin embargo no fue así, el Duce sobrevivió para ser linchado y los propagandistas de las SS atribuyeron a Skorzeny la reputación de  “comando extraordinario” para ensalzar la posición de Himmler dentro de la jerarquía nazi... caprichos de la Historia.

En 1944, con la caída en desgracia del Abwehr, la unidad de comandos del ejército –la división Brandenburg fue apartada definitivamente de las operaciones especiales y Skorzeny heredó de rebote un cierto número de soldados experimentados en este tipo de misiones, tales como Adrian von Fölkersam, a quien Skorzeny tomó como adjunto y jefe de operaciones oficioso, lo cual le permitió desentenderse de las molestias cotidianas que implica dirigir una unidad militar.

En Agosto de 1942, el teniente von Fölkersam y 62 de sus brandenburger habían capturado intacta la ciudad de Maikop y sus campos petróleo haciéndose pasar por una unidad del temido NKVD. En la imagen comandos alemanes de la unidad Brandenburg disfrazados como soldados rusos.

Si exceptuamos el episodio de Gran Sasso, el historial militar del Skorzeny fue más bien una sucesión de fracasos: los planes para secuestrar al General de Gaulle o asesinar a los Tres Grandes (Churchill, Roosevelt y Stalin) en la conferencia de Teherán no llegaron a nada, y el esfuerzo para capturar o eliminar a Tito acabó con la destrucción virtual del batallón 500 de paracaidistas SS.

En realidad, el único éxito personal de Skorzeny fue la Operación Panzerfaust (Guantelete) ejecutada entre el 15 y el 16 de Octubre de 1944 y en la cual secuestró al hijo del regente húngaro, el almirante Horthy, para evitar el inminente armisticio entre Hungría y la Unión Soviética. El golpe de Estado en Hungría le valió a Skorzeny la Deutches Kreuz in Gold (Cruz de Oro Alemana) y el ascenso a Obersturmbannführer (Teniente Coronel).

El golpe de Skorzeny en Budapest, aunque temerario, fue tosco y tácticamente amateur.

A pesar de la mínima resistencia húngara, Skorzeny solicitó a la Wehrmacht una 
columna blindada de Tigres II con la que apabullar a los defensores
 y abrirse camino hasta la misma ciudadela de Budapest.


El aún Sturmbannführer (Comandante) Skorzeny, a la izquierda de la imagen, exultante tras su gran éxito contra sus aliados húngaros. En segundo plano, a su derecha y algo rezagado, el auténtico especialista en operaciones especiales Adrian von Fölkersam, ya en uniforme de SS-Untersturmführer (Teniente)

Budapest señaló el comienzo del declive para Skorzeny y sus fuerzas especiales SS.  Durante la ofensiva de las Ardenas en Diciembre de 1944, su unidad creó cierta confusión tras las líneas americanas gracias a la Operación Grifo (Greif), pero el efecto fue breve, los objetivos no se alcanzaron y la mayoría de sus equipos de reconocimiento fueron capturados. El resto del Kampfgruppe (Grupo de Combate) Skorzeny, reforzado a nivel de regimiento e identificado como Brigada Panzer 150, fue comprometido en los combates del sector de Malmedy.

Skorzeny no tenía ni idea de cómo montar un ataque con una unidad del tamaño de una brigada y sus carros fueron rechazados con grandes pérdidas por la 30ª división de infantería americana. En la imagen un tanque Panther de la Brigada 150 modificado para asemejarse a un cazatanques M10.

Tras resultar levemente herido por la metralla de la artillería americana, se excusó diciendo que tenía órdenes expresas del Führer de no arriesgarse a caer prisionero, traspasó el mando de la brigada a sus subordinados y regresó a Berlín.

El 25 de Enero de 1945 Hitler decide, para asombro y consternación de Alto Mando del Ejército, encomendar al burócrata Himmler el mando del Grupo de Ejércitos del Vístula formado a toda prisa para detener el avance soviético sobre Berlín. En esos momentos Alemania ya ha perdido la capacidad de lanzar operaciones especiales de importancia y Himmler ordena a Skorzeny desplegar las tropas que le queden en torno a una cabeza de puente en la ciudad de Schwedt, sobre el río Oder, a escasos 90 kilómetros al noreste de Berlín.

Skorzeny, flamante Standartenführer (Coronel), organiza un nuevo Kampfgruppe del tamaño de una división compuesto de SS, Volksgrenadier y personal de la Luftwaffe. Sin embargo, el plan de avance soviético ignora la ciudad, la cual no caerá hasta finales del mes de Abril. Entre tanto, las tropas de Skorzeny aguardan infructuosamente la orden de contraatacar durante un mes. Skorzeny y Himmler (quien nunca le había tenido simpatía) se distancian: Skorzeny es relevado del mando el 28 de Febrero de 1945 y su sustituto abandona la cabeza de puente Schwedt a los pocos días, el 3 de Marzo.

A pesar de su historial de fracasos, Hitler admiraba Skorzeny por su lealtad a la causa nazi. El 9 de Abril de 1945 le concede las Hojas de Roble de su Cruz de Caballero a pesar de su intrascendente papel en Schwedt.

De regreso en Berlin, a mediados de Marzo, Skorzeny recibió la orden de organizar ataques con hombre rana contra el recientemente capturado puente Ludendorff sobre el Rin, pero no se logró nada. En la imagen dicho puente en la ciudad de Remagen.

Sin embargo, Skorzeny no era tan leal a su Führer como para permanecer en Berlín hasta el final: se excusa con el pretexto de ayudar con las operaciones de guerrilla Werwolf en Bavaria (curiosamente, a estas alturas de la función Himmler ya había decido cancelarlas) 

Logra escabullirse de la capital del Reich a bordo de un tren especial en compañía de un grupo de sus hombres, entre ellos viaja su antiguo camarada de fatigas, el Hauptsturmführer Karl Radl. El tren se detiene en Radstadt, en el Tirol austríaco. Finalmente Skorzeny y Radl se separan del resto del grupo para ocultarse en una confortable cabaña en los Alpes bávaros.

Cuando se entrega a los americanos el 16 de Mayo de 1945, Skorzeny es conducido a Salzburgo para negociar la rendición de sus hombres. En Salzburgo es puesto inmediatamente bajo arresto y trasladado a Augsburgo para ser interrogado por los servicios de contrainteligencia americanos. 

Durante los interrogatorios Skorzeny no tiene reparos para explayarse fanfarroneando sobre los más diversos temas: sus negocios personales, las nuevas técnicas de sabotaje, el entrenamiento Werwolf o la insurrección política contra los soviéticos en Ucrania y los Balcanes. Se queja de que sus agentes nunca fueron tratados correctamente por la Wehrmacht: no se les recompensaba, ni se les mantenía, ni se les pagaba los gastos con puntualidad. Alegremente se declara héroe alemán, saboteador profesional, asesino, agitador… Habla sobre absolutamente cualquier cosa excepto de un hecho fundamental. Un hecho por el que nadie le pregunta y del no hablará ni durante sus tres años de cautividad en Nuremberg y en el campo de internamiento de Dachau, ni durante el juicio contra él por crímenes de guerra (cargos de los que será absuelto), ni siquiera cuando sus antiguos compañeros de las SS organizan su evasión de la custodia americana.

¿Qué había olvidado mencionar a todo el mundo Skorzeny?

Sé lo que estará pensando el héroe o la heroína que se haya leído este mamotreto (por cierto, muchas gracias por hacerlo): esto me suena a teoría de la conspiración…. bueno, pues podría estar equivocado.

Skorzeny, vanidoso hasta en el cautiverio, se despide
de sus fans de la Nit del Joc hasta el siguiente artículo.

Beware, take care...

2 comentarios:

  1. A mi ya me habías contado algunas de estas historias, lo importante no es lo que hagas, si no lo que cuentes. Me sorprende que no se achacase el haber destruido el puente Ludendorff.

    No sé la capacitación que te daría un curso de espionaje de la Abwehr, pero vamos, no creo que pasase de como poner el vaso correctamente para escuchar tras una puerta.

    Además, con el tiempo, gracias en parte a las novelas históricas y no tan históricas, las acciones se tienden a engrandecer.

    Nuestro escritor de cabecera (de Celahir y mío) le hace aparecer en una de sus novelas. Cuenta más o menos lo del post sin meterse en ideas farragosas como reparar vehículos, tuercas, tornillos...para que os hagáis una idea, tiene 6 páginas de presentación, y luego una coversación teléfonica en la que se cruzan 4 parrafitos pequeños, de los cuales 3 son de saludo y despedida, es la versión literaria de tú lee las noticias que esto rellena.

    No te olvides que él creó Odessa, o eso dicen...

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  2. Como bien dices, nuestro autor de cabecera -Herr Felipe Boyata- es uno de los superfans del sinvergüenza de Skorzeny, espcialmente de todas fullerías inventadas por él mismo al calorcito de los rescoldos de la propaganda de Goebbles. Pero Boyata no está sólo... son legión y sino que le pregunten a Iker o a Santi -Nacho- Camacho.

    Sin embargo una cosa es del todo cierta: Skorzeny tendría más cara que un puesto de muñecos pero no tenía un pelo de gilipollas.

    La respuesta en el siguiente capítulo.

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