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martes, mayo 01, 2012

De artistas berlineses

Ayer mi fiel despertador sonó mú tempranero, a eso de las 6 y media, lo cual no merecería mayores comentarios sino fuese porque no tenía que ir a trabajar. Corrijo, en condiciones normales habría tenido que currar pero yo me había tomado el día libre a cuenta de mis vacaciones. Tengo que hacerles esta aclaración porque según los ministros de Hacienda y Economía de Alemania, el venerable doctor Wolfgang Schäuble y el preclaro doctor Philipp Rösler, en tudesco la palabra puente –Bruecke– sólo tiene una acepción: estructura creada por el hombre para saltar accidentes naturales y permitir el tránsito de personas, mercancías y tanques. Punto pelota. En ningún sitio dice que un puente sirva para saltarse días laborables y bajar la productividad de los países… Pero no perdamos el hilo con estas cosas y vayamos al tomate del asunto porque un poquito más abajo les hablaré de puentes.

Fiel a la máxima que promete apoyo divino a quien se levanta pronto, descubrí que hacía una mañana preciosa, demasiado soleada para malgastarla durmiendo. Así que mientras me desayunaba, recordé que tenía aplazada una sesión de fotos por el barrio en espera del buen tiempo. Ya saben nuestros dos lectores que aquí el menda, de vez en vez, tortura al personal mostrando fotos que subjetivamente le parecen curiosas. ¡Ojo! Que sean curiosas no quiere decir que sean buenas. Su función es puramente documental, divulgativa. Además, a diferencia de otras modalidades de fotografía coñazo, mi jeta no aparece por ningún lado, lo cual es un atenuante muy de agradecer. Pero volvamos al tema de los puentes.

Hasta quien no vive aquí sabe que en Berlín hay gente pá tó. Por rocambolesca y/o absurda que pueda parecer una idea, siempre llegará un colgao –o colgá, que también tenemos mogollón– y tratará de ponerla en práctica. Con mayor o menor destreza, quizás sin sombra alguna de talento, da igual, lo intentará de todas formas. Aunque en general tales especímenes harían mejor estándose quietecitos, algunos artístas anónimos pueden llegar a sorprender gratamente. Este pudiera ser el caso de un par de ejemplitos que me quedan a tiro piedra de casa, sobre el puente que cruza las vías del tren, y que ayer, aprovechando el madrugón y el sol, inmortalicé para compartir con sus señorías. Juzguen ustedes mismos.


Lámpara arbórea por gentileza de los dueños del biergarten que me queda a escasos 100 metros de casa. 
 Hilera de bolardos postmodernos que protegen ambas aceras del puente de Monumenten Strasse. Un buen día, hará cosa de un año y medio, la gente comenzó a decorarlos. Creo que la idea partió de los profesores de un colegio próximo que comenzaron a traerse a los chavales para que pintasen bolardos de cemento y no grafitis sobre las casas de los vecinos. Con el tiempo se animó todo quisqui, incluyendo marujas y pseudoartistas. No se pierdan el quinto bolardo...

¡Efectivamente! ¡Arturito! R2D2 es una de las pocas obras que la gente respeta y que los chavales no han profanado pintándole un miembro viril por gorra o, peor aún, con un parterre de margaritas horripilantes. Por desgracia creo que el campo de energía psíquica que le protege no durará eternamente, tarde o temprano algún descerebrado decidirá cagarle encima, pero quede esta imagen como testimonio del buen criterio que tuvo un artista berlinés anónimo.

Estarán pensando, queridos lectores, que ahí se terminó ahí la jornada ¡Pues nada de eso! Las fotos me llevaron poco tiempo, así que decidí continuar mi periplo urbano, ir al banco y ya de paso, aclarar una duda histórica que lleva años rondándome la cabeza pero que les comentaré en el siguiente post...

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