Como en el Norte del Mundo todavía estamos demasiado cerca el invierno, las condiciones de luz y temperatura están muy lejos de ser las idóneas para mi colonia de venus atrapamoscas, que aún está saliendo de la fase de latencia y lentamente comenzando a crear trampas nuevas. Lo mismo le ocurre a mi nepenthes, que lleva meses sin comerse una mala avispa. Sin embargo, mis voraces semillas informes de Tsathoggua, las droseras que viven en mi habitación, han sobrevivido al General Invierno con buena salud y el sábado pasado, que tuvimos nada menos que 17 gradazos al sol, les saqué de paseo a la terracita para que se solearan un poco y de paso hacerles unas fotos.
Aunque las fotos no sean las mejores (creo que me he pasado con el tamaño), me parece que muestran algunos detalles interesantes que paso a describir:
Esta es la maceta donde crecen dos variedades difererentes de drosera. A la izquierda se puede ver una masa informe de drosera capensis -sudafricana- A la derecha puede verse una colonia de drosera rotundifolia, gringa, menos desarrollada que la capensis por culpa de sucesivas floraciones, que consumen gran cantidad de energía de la planta (la especie de cablecito verde que sale de la foto por el extremo inferior derecho es en realidad el tallo de una nueva flor) Sin embargo, tanto derroche de energía ha dado sus frutos: como podéis ver, en el recuadro rojo hay una nueva plantita con sus diminutas gotas de rocío atrapa-insectos.
Esta foto muestra en detalle la profusión de tentáculos glandulares que cubren las hojas de la gran colonia de drosera capensis. Cada gotita es una secreción dulce y a la vez pegajosa que atrae a los insectos y los retiene. Todas las hojas, que se llaman láminas en fino, reaccionan al contacto con el insecto y dependiendo del tamaño de la presa, se comban hasta envolverla casi totalmente. Esta especie en particular tarda unos 30 minutos completar el movimiento, pero hay otras mucho más rápidas. La mayoría de los pedacitos negros que se ven en la fotografía salpicando la planta son en realidad exoesqueletos de pequeños insectos.
Si observáis esta foto con detenimiento, podréis contar no menos de cuatro minúsculas droseras rotundifolias. Si os fijáis, hay un tallo reseco con algunas de las flores que contenían las semillas que dieron origen a las plantitas. Tengo la sospecha de que las flores fueron polinizadas por la extinta colonia de mosquitas que superpoblaba la yucca que tengo en el dormitorio; las droseras terminaron con todas ellas tras meses de confrontación.
Y con esto y un bizcocho...
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