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domingo, octubre 17, 2010

LOS CRISTALES DE COLORES VIII

Las trincheras de Nikopol

Podía ocurrir cuando estabas solo y aislado o con otro camarada en un complejo de trincheras, sin líneas de comunicación y suministros, entonces llegaba el pánico y se apoderaba repentinamente de los defensores. Cualquier cosa podía actuar como catalizador: falta de munición, la súbita constatación de encontrarte absolutamente solo, la pérdida de contacto con el puesto de mando, los heridos dejados a su suerte, la visión de otras trincheras siendo abandonadas […]

Granaderos de las Waffen-SS durante una pausa del combate en el Frente Este

Dondequiera que cayera en un segmento de trinchera, el alivio de sus ocupantes era simplemente demasiado evidente. Sus comentarios incoherentes y las preguntas sobre la situación en el sector del que llegaba impregnaban el ambiente con el hedor del desastre inminente. Encontré una casamata ocupada por el solitario servidor de una ametralladora. Había perdido los nervios. “Sepp, llévame contigo” suplicó desesperado, “Mierda, nadie viene a por los heridos y no nos queda munición ni comida” En ese instante escuchamos el gruñido de una motocicleta acercándose y observamos como el Hauptmann que la conducía desmontaba para esprintar zigzagueando hacia nosotros. Su llegada coincidió con la decisión de abandonar y dirigirse a retaguardia de cinco hombres en una trinchera vecina. Advirtiendo al instante que el hecho podría comenzar una avalancha si no se atajaba de inmediato, amartilló su MP-40 y disparó una ráfaga sobre sus cabezas. El grupo se detuvo para volverse y clavar su mirada en el oficial. Parecían perplejos. De improviso uno de ellos alzó su fusil y disparó, la bala pasó a poca distancia del capitán quien respondió apuntando con su metralleta al rebelde, encañonándole con la mira. “¡Bajad las armas y volved a la trinchera, basura!” tronó su voz. Los hombres recuperaron los nervios. El oficial bajó su MP-40 pero la mantuvo lista mientras se dirigía a grandes zancadas hacia ellos. Fue entonces cuando los rusos comenzaron un bombardeo de mortero que obligó a todo el mundo a tirarse al suelo. El oficial llegó a la trinchera libre antes de que sus ocupantes originales hiciesen su regreso atropelladamente. Diez minutos más tarde, sucio y exhausto, alcanzó a mi posición mientras una salva de morteros ligeros silbaba sobre nuestras cabezas. Los tres, el capitán, el ametrallador y yo, vimos como las granadas caían desviadas y explosionaban contra el suelo, elevándose una gran cortina de arena. Unos segundos después terrones de tierra llovían a nuestro alrededor. El capitán transmitía una cierta confianza que me hizo pensar que sabía algo. “Muchachos, no hagáis nada estúpido. Simplemente aguantad, todo está por decidir” nos aseguró agachando la cabeza mientras más morteros pasaban sobre nosotros. “Los rusos no pueden mantener esta presión. Hasta ahora, todo el mundo ha soportado esta posición de la manera más ejemplar. Estamos en el proceso de construir una nueva línea defensiva y pronto nos retiraremos en buen orden. Las líneas de comunicación se reestablecerán al final del día. Sólo resistid. Confío en vosotros.” Con esas palabras y manteniéndose siempre a cubierto, se escabulló hacia la siguiente trinchera, dejando tras de sí como regalo una caja de chocolatinas que devoramos con ansia.


Media hora después cambié mi posición. Era increíble presenciar el efecto de la visita del oficial al mando de la Compañía. La infantería alemana aguantó firme. Una situación de pánico potencialmente desastrosa y mortal había sido atajada, y el frente permaneció estable.

Im Auge des Jägers. Der Wehrmachtsscharfschütze Sepp Allerberger.

Después de otro buen puñado de semanas, vuelven con ustedes, sufridos lectores, los Cristales de Colores. Pero que nadie se alarme o sienta congoja pues el contenido modelista de este artículo, el núcleo del cuartel general de mi compañía de panzergranaderos, es bastante insignificante, lo cual hace que la tardaza del artículo sea todavía más difícil de justificar. No enumero las excusas, que son aburridas de escribir y de leer, sino que paso directamente a comentarles la jugada, que es la parte interesante de todo este asunto.

Para ilustrar la vital importancia de tener buenos oficiales cercanos a sus hombres en el campo de batalla, he tomado prestado, previa traducción al manchego, un pequeño pasaje del libro escrito por Albrecht Wacker En el Ojo del Cazador donde se narran de las apasionantes y estremecedoras vivencias del soldado cazador Josef “Sepp” Allerberger, francotirador de élite del 144° Regimiento de la 3ª División de Montaña de la Wehrmacht durante la Segunda Guerra Mundial. La biografía de Allerberger describe como pocos libros las terribles dimensiones del horror del Frente Ruso, no sólo por la extraordinaria viveza de las narraciones de los combates, sino por la profusión de detalles sencillos y cotidianos sobre la lucha por la supervivencia de unos hombres cuya existencia estaba dominada en todo momento, día y noche, por la salvaje rutina de la muerte. Uno de los personajes más respetado y querido por Allerberger durante aquella epopeya bélica fue el jefe de su compañía y posteriormente del 2° Batallón del 144° Regimiento, el capitán Max Hermann Kloss quien protagoniza la anécdota que encabeza el artículo.

En el momento de la acción, finales de Octubre de 1943, la 3ª División de Montaña formaba parte de un grupo de 9 diezmadas divisiones encargadas de defender una cabeza de puente al sur de Nikopol, ciudad ucraniana ubicada sobre el margen occidental del curso inferior del río Dnieper. El control de Nikopol era clave para asegurar la producción de la región más rica de la URSS en manganeso, un mineral imprescindible para la fabricación de aceros de alta resistencia.

El Frente del Este hacia finales del 1943. La cabeza de puente de Nikopol
puede verse en el centro del imagen, confinada entre el Dnieper
y las fuerzas soviéticas, justo al sur de la ciudad.

Tras los durísimos combates de desgaste del verano, Nikopol se había transformado en un saliente insostenible para las agotadas fuerzas de mariscal de campo von Kleist. Como de costumbre desde que Hitler asumiera personalmente la dirección suprema del OKH, el alto mando alemán aceptó tarde el repliegue de las unidades más amenazadas, las situadas al sur de la ciudad. La autorización sólo llegó cuando la presión ejercida por las vanguardias soviéticas estaba a punto quebrar la precaria línea de defensa alemana en varios puntos. Por suerte para los defensores alemanes, para entonces los soviéticos también habían sufrido un desgaste muy grande y finalmente el ímpetu de su ofensiva tuvo que amainar. El temido cerco no se completó y eso hizo posible realizar una retirada organizada hacia posiciones más ventajosas, al menos momentáneamente. La promesa del capitán Kloss a sus cazadores de montaña se había cumplido.

Los servidores de una ametralladora MG34 disfrutan del rancho
junto a los restos de un T34 ruso

Y para aquellos valientes que hayan logrado leer hasta aquí, un breve video sacado del noticiario alemán de la época, el Deutschen Wochenschau, dedicado a lucha en Nikopol. Aunque los comentarios estén tudesco, el contenido visual del documento sigue siendo muy interesante, destacando las imágenes del tanque Ferdinand (0:21), la columna de tanques Tigre I (0:25), el imponente cañón pesado de 170 mm (0:51), el fuego antiaéreo contra un caza Yak-7 (1:27) o la destrucción de un bombardero medio Ilyushin DB-3 (1:41), aunque de esto último no estoy 100% seguro. La infantería (0:42) bien podría pertenecer a una unidad de cazadores de montaña.




Terminada la primera parte, paso a describir brevemente las fotos que siguen continuación. Ya he dicho que pertenecen al grupo de mando del cuartel general de mi compañía de panzergranaderos. Inspirado por el arrojo del capitán Kloss, decidí que el jefe de mi unidad y su segundo se desplazarían por el campo de batalla en una motocicleta con sidecar. La composición me llevó bastante más tiempo del que pensaba originalmente porque descubrí que era imprescindible terminar el trabajo de pintura del vehículo una vez estuviese pegado a la base, y no antes, lo cual forzaba a que las demás miniaturas estuviesen terminadas y también pegadas en su posición correcta. En fin, una movida que diría Dalkan. Técnicamente no hay mucho más que decir, los modelos son de Flames of War y están comprados al 50% a través de venta directa y de tu jefe, el alto. Por un motivo que no acierto a comprender, la miniatura del oficial alemán con gorra no parece estar disponible desde hace mucho tiempo, algo que sorprende bastante porque me parece muy buena. En fin, los designios comerciales de Battlefront son inescrutables…


El oficial al mando de la compañía de granaderos acorazados, un SS-Hauptsturmführer, recibe
novedades sobre el despliegue enemigo.



Dos soldados alemanes, posiblemente enlaces de una unidad acorazada,
junto a la famosa motocicleta BMW R75 durante la batalla de Normandía.

Detalle, desenfocado, del jefe de la unidad.

El legendario Kurt "Panzer" Meyer, comandante en jefe de la 12ª División
Blindada de las Waffen-SS en Normandía. Panzer Meyer era un gran aficionado
a utilizar motocicletas conducidas por él mismo como transporte
para desplazarse rápidamente hasta el corazón mismo de la batalla.

Tengo que reconocer que la parte más divertida fue crear la vegetación
y añadir la pequeña cerca de madera que separa el seto del camino.

Suboficiales de blindados reciben instrucciones en algún lugar de Normandía.
La permanente amenaza de los cazabombarderos aliados obligaba a los alemanes
a camuflar incluso los vehículos más ligeros.

Teniendo en cuenta las reducidas dimensiones de los modelos (escala 1:100) es difícil decir a simple vista si la motocicleta es una BMW R75 o una Zündapp KS750, los dos modelos más famosos de la Segunda Guerra Mundial. En realidad, ambos tipos se parecen mucho pues compartían prácticamente el 70% de las piezas por motivos de estandarización de repuestos. Personalmente creo que es una BMW y por eso le he añadido algunos pequeños detalles, como los escapes de los cilindros del motor.

Y con esto y un bizcocho... hasta el próximo episodio amiguitos

P.D. ¡No olviden supervitaminarse, supermineralizarse y también pintar un poco!!

2 comentarios:

  1. Espectacular, como siempre :-)

    Una sola pregunta ¿Los grupos de mando no van en bases pequeñas?

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  2. Cierto que la base debería ser pequeña porque se supone que el grupo de mando lo forman tres figuras. Sin embargo los vehículos de transporte también forman parte del grupo de mando...

    Mi intrepetación es que en el caso de vehículos pequeños como motos o jeeps es mejor basarlos junto a las miniaturas pues apenas afectan a la visibilidad y es más fácil manejarlas. En el caso de vehículos más grandes como los semiorugas es posiblemente más razonable mantener las miniaturas separadas por la evidente diferencia de tamaños que influyen claramente en la visibilidad del conjunto.

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